Hace algunas semanas recibí un correo electrónico escrito por la Condesa Amanda Feilding, fundadora y directora de la Fundación Beckley, una organización británica pionera en el estudio científico de las drogas psicodélicas. En este mail encontré dos fotos de una mujer anciana de ojos claros; en una de ellas, la mujer tenía una expresión aterrada y angustiada, mientras que en la otra se le notaba calma, sonriente, relajada. Amanda me explicó que esa mujer es una paciente con enfermedad de Alzheimer, y que entre la primera y la segunda foto tan solo hubo un régimen de microdosificación con LSD, uno de los compuestos psicodélicos más famosos.
Si bien este caso no es más que una anécdota, actualmente hay grandes esfuerzos invertidos en estudiar sistemáticamente el uso de los psicodélicos para atenuar el deterioro de las facultades mentales que se observa en pacientes con Alzheimer, y así poder mejorar su calidad de vida.